KAMAPUAA DE KAUAI

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En las islas de kauai es posible ver muchas rocas y manantiales que conmemoran la visita de un famoso dios burlón metamórfico llamado Kamapuaa. Nadaba entre las islas como un gran pez negro pero se convirtió en jabalí para buscar agua en la arena. Satisfizo su apetito comiendo boniatos y caña de azúcar, y luego se puso a dormir, alcanzando un tamaño tal que se precisaron 20 hombres para llevarlo al poblado, donde prepararon un horno de tierra para cocerlo. Cuando intentaron estrangularlo, él rompió las cuerdas y se convirtió en un hermoso guerrero, cubriendo con una capa de plumas su lomo con cerdas de jabalí.

Cuando los espíritus guardianes de un manantial se negaron a darle agua, se volvió a transformar en jabalí y comenzó a excavar para hallar el agua. Luego derribó a los dos hombres espíritus del valle que se convirtieron en rocas grandes. El manantial dio agua carbónica que fue llevada en calabazas a otras islas. En otro manantial se tumbó como jabalí ensuciando tanto el agua que se volvió demasiado amarga para poder ser bebida por cualquier animal.

En otra ocasión, cuando dormía en forma de jabalí, el gigante Limaloa intentó matarlo haciendo caer una piedra gigante. Convirtiéndose en el hermoso guerrero, Kamapuaa lanzó una roca en forma de cuña por la ladera para que detuviera la piedra. Los dos se hicieron amigos al instante, Limaloa lo convenció para que le ayudara a cortejar a las hermanas del señor de Puna. Kamapuaa fue a su piscina y las hermanas se enamoraron al instante de su hermoso reflejo. Cuando dijo que no las complacería hasta que llegara su amigo, las hermanas reconocieron a Limaloa como su importuno pretendiente, pero cedieron para obtener a Kamapuaa como marido.

En las guerras entre Puna y los jefes de Kana, Kamapuaa demostró ser un gran guerrero, y todo su cuerpo era invisible menos la mano que sostenía la maza. Tras la batalla quitaba las capas de plumas y los cascos de los jefes vencidos, regresaba a su morada, se transformaba en jabalí y ensuciaba las esteras. Mientras sus esposas iban a lavar las esteras, él ocultaba los trofeos bajo las esteras para dormir que llegaban a alcanzar una gran altura. Todos los intentos para dar con el ladrón fracasaban, aunque se sabía que éste tenía una mano herida. Cuando al final hallaron a Kamapuaa, se le dio a elegir entre la muerte o el destierro y éste decidió irse de Kauai para siempre.

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