LA GUERRA DE TROYA SEGÚN HOMERO

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La epopeya bélica de Homero

La Iliada, el gran relato poético de Homero sobre la guerra entre Grecia y la ciudad de Troya, al noroeste del Asia Menor, constituía lectura fundamental en la antigua Grecia, donde se reconocía plenamente su importancia literaria, pues, además, servía de texto básico en su sistema educativo. Los griegos consideraban este poema épico la narración de la historia de sus antepasados. Los hallazgos arqueológicos han venido a demostrar que Troya, cuyo tamaño y situación, próxima a la costa, le conferían gran importancia, fue realmente destruida por el fuego y abandonada hacia 1100 a. C. Estos acontecimientos tuvieron lugar en las postrimerías de la Edad del Bronce, y los guerreros que describe Homero emplean este metal y también el hierro. Troya se conocía asimismo en la antigüedad con el nombre de Ilion del que deriva el título de la epopeya.

La narración se inicia con los personajes de Príamo y Hécuba, reyes de Troya. Al nacer París, uno de sus cincuenta hijos, Hécuba sueña que ha dado a luz a un personaje que destruye la ciudad. El niño es abandonado, pero sobrevive milagrosamente y se hace pastor. Años más tarde vence a sus hermanos en un combate de boxeo, es reconocido como hijo de Príamo y aceptado en la casa real.

Entre tanto, se celebra la boda del mortal Peleo con Tetis, ninfa marina. Un oráculo había predicho que Tetis tendría un hijo más glorioso que su padre: Aquiles, el mejor de los guerreros griegos. Ofendida por no haber recibido invitación para la boda, la diosa Eris («disensión»), envía una manzana de oro al banquete nupcial, con la siguiente inscripción: «Para la más bella». Atenea, Hera y Afrodita se autoproclaman vencedoras de la competición y Zeus designa a París para que juzgue quién es la más bella de las tres. Atenea le promete a Paris sabiduría y la victoria en la guerra si gana ella, Hera el poder real y Afrodita la mujer más bella del mundo. El sensual Paris elige a Afrodita y, en consecuencia, Troya se hace acreedora de la eterna enemistad de Atenea y Hera.

El premio que obtiene Paris es Helena, hija de Leda y Zeus y esposa de Menelao, rey de Esparta, adonde acude Paris en calidad de huésped de honor y después, con la ayuda de Afrodita, se fuga con Helena a Troya.

Todos los príncipes griegos que habían sido pretendientes de Helena prometen protegerla de cualquier futuro desmán. Se reúnen a instancias de Menelao y su hermano Agamenón, rey de Argos, y emprenden una gran expedición en Áulide para ir a Troya y vengar el rapto de Helena. Al principio, dos guerreros, Aquiles y Odiseo, se resisten a formar parte del grupo. Aquiles se disfraza de mujer en la isla de Sicros, pero se traiciona cuando suena una trompeta de guerra y sólo él empuña un arma. Odiseo simula estar loco y ara el mar, pero su estratagema se descubre cuando colocan ante el arado a su hijo de pocos meses.

Después, los dos hombres deciden unirse a la expedición. Los griegos se reúnen en Áulide, pero Artemisa, partidaria de los troyanos, detiene su flota. Agamenón se ve obligado a sacrificar a su hija Ifigenia para obtener vientos favorables. Por último, el grupo expedicionario leva anclas, rumbo a Asia Menor, establece el campamento a las afueras de Troya y asedia la ciudad durante diez años.

En el transcurso del asedio, Agamenón se apodera de Criseida, hija del sacerdote de Apolo Crises, como botín de guerra, y en este punto se inicia La ¡liada. El sacerdote le ruega que le devuelva a su hija y, al no ser atendida su petición, implora a Apolo que destruya a los griegos. La peste asola el campamento; al cabo de unos días se desvela el motivo de la enfermedad y Agamenón entrega a Criseida a su padre. Enfurecido por la pérdida, Agamenón quiere adueñarse de otra mujer, Briseida, premio del griego Aquiles, quien se niega a continuar luchando y ora por la derrota de los griegos, que así lamentarán su ausencia. Héctor, hijo mayor de Príamo y principal guerrero troyano, dirige el avance desde Troya, llega al lugar en el que están anclados los navíos griegos y da muerte e hiere a muchos héroes. Patroclo, el mejor amigo de Aquiles, le ruega al ocioso guerrero que le preste su armadura para que los troyanos crean que el héroe está participando en el combate y se retiren. Al principio Aquiles se niega pero finalmente accede y aconseja prudencia a Patroclo, quien desatiende la advertencia y, si bien obliga a retroceder a los troyanos, muere a manos de Héctor.

Indeciblemente afligido, Aquiles regresa a la batalla en busca de venganza. En una escena célebre, persigue tres veces a Héctor alrededor de las murallas de Troya y lo mata en combate singular. Se celebran un grandioso funeral y juegos funerarios en honor de Patroclo, pero los troyanos no pueden hacer otro tanto para honrar a Héctor porque Aquiles ha escondido y profanado su cadáver. Encolerizados, los dioses obligan al héroe griego a aceptar un rescate y a devolver el cuerpo del troyano a Príamo (La Ilíada acaba con el funeral de Héctor). Aquiles muere cuando Paris le clava una flecha en el talón, su único punto vulnerable, y su armadura va a parar a manos de Odiseo, el segundo mejor guerrero. Poco después, el arquero Filoctetes mata de un disparo a Paris.

Troya está condenada a la caída desde la muerte del principal guerrero, Héctor. A Odiseo se le ocurre la idea de construir un enorme caballo de madera hueco en cuyo interior se esconde la flor y nata del ejército griego mientras su flota se aleja, como si aceptara la derrota. Los troyanos creen que el caballo es una ofrenda a los dioses y lo meten en la ciudad. Por la noche, los griegos salen de la estructura de madera y abren las puertas de la ciudad a los demás guerreros, que han vuelto a desembarcar. Troya es saqueada y asolada por el fuego, Príamo y sus hijos asesinados y Hécuba y las troyanas tomadas como esclavas.

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