DESTRUCTORES DE DRAGONES

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BEOWULF Y SIGURD

El mito del héroe que mata un gran dragón forma parte de la tradición del norte de Europa, y la versión más destacada es el relato del dragón Fafnir, al que dio muerte el joven héroe Sigurd el Volsung, personaje popular desde el siglo X.

Sigmund, padre de Sigurd, era uno de los mayores héroes de Odín e incluso podría haber matado él mismo al dragón, ya que en las primeras versiones no se menciona a Sigurd. Al morir en combate, el propio Odín rompió la prodigiosa espada que le había regalado, y su viuda, Hjordis, guardó los pedazos para su hijo, Sigurd, que se crió en la corte de su segundo marido, Hjalprek. El joven recibió la protección de Regin, herrero tan astuto como malvado que le enseñó sus habilidades. Un día, Odín, disfrazado de anciano, ayudó a Sigurd a elegir un caballo. Se trataba del mágico Grani, descendiente de Sleipnir, el caballo del dios, y Regin le habló sobre un gran tesoro custodiado por el dragón Fafnir, su hermano.

La historia del tesoro resulta sumamente complicada. Había un tercer hermano, llamado Nutria, al que un día mató Loki de una pedrada mientras comía pescado en un río bajo su forma animal, tras lo cual el dios se llevó su piel. Cuando Odín, Loki y Hoenir se alojaron con Hreidmar, padre de los hermanos citados, éste los apresó y pidió como rescate por su hijo que llenaran de oro la piel de una nutria. Enviaron a Loki a que capturase al enano Andvari y le arrebatase todo su oro, así como un anillo capaz de multiplicar las riquezas; pero el enano maldijo el anillo, para que quien lo poseyera fuera destruido. Para llenar la piel y liberar a los dioses se necesitaba todo el tesoro, anillo incluido; Fafnir mató a su padre, Hreidmar, se apoderó del oro y se transformó en dragón para protegerlo.

Regin instó a Sigurd a que acabase con Fafnir para apropiarse del tesoro y le forjó dos espadas, pero como ambas se rompieron al probarlas, Sigurd pidió los trozos de la espada Gram a su madre y Regin forjó con ellos un arma de extraordinaria potencia. Después aconsejó a Sigutd que excavase un hoyo, se escondiese en él y apuñalase al dragón cuando el monstruo pasase por encima para ir a beber, pero volvió a aparecer Odín disfrazado de anciano y le dijo a Sigurd que abriera varios hoyos para no ahogarse en la sangre del dragón, advertencia que le salvó la vida al héroe.

Sigurd le asestó una puñalada mortal al monstruo debajo de un hombro y Regin le pidió que asase el corazón para comérselo. Mientras lo hacía, Sigurd se quemó un dedo; se lo metió en la boca y cuando la sangre le tocó la lengua, empezó a comprender el lenguaje de las aves, por las que se enteró de que Regin tenía intención de asesinarlo. El joven lo decapitó con su espada, cargó el tesoro a lomos de Grani y se marchó. La posesión del fatal anillo provocaría más adelante la muerte del héroe, gracias a las maquinaciones de Brynhild, que tenía celos de Gudrun, su esposa.

Este relato se repite en la tradición germánica de época posterior, con Siegfried y el tesoro de los nibelungos, pero sin apenas mencionar la muerte del dragón.

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