Tumba de Darío I en Naqsh Rustam

En 522 a. C, Darío derrocó a un mago y se erigió en rey como nieto de Ciro.

Encargó su propia tumba tallada en la cara de una roca en Naqsh Rustam, donde se lo representa en su estrado, apoyado en los pueblos sometidos de su imperio, de pie con una mano alzada saludando al fuego real, que está encendido en el altar de gradas que se encuentra delante de él. Con la otra mano sostiene un arco, un motivo que reaparece en sus monedas de oro. Arriba, suspendido en el aire, está el disco alado solar, que se cree representa a Ahura Mazda, el dios supremo, o a la Jwarna, la gloria real de la ley divina.

El disco alado había surgido en Egipto, pero los asirios le agregaron una pequeña figura humana en el centro.