Los mitos babilónicos

Los mitos babilónicos reflejan un universo impredecible, que plantea interrogantes cruciales a la humanidad: ¿cómo pueden afrontar los hombres las actividades imprevisibles de los dioses (tema de los mitos del Diluvio)? ¿Por qué no disfrutan de la inmortalidad, que los dioses guardan tan celosamente para sí (tema de la epopeya de Gilgamesh)? Sobre estos dos puntos trata el relato de Adapa.

Uno de los Siete Sabios de la prehistoria (poderosos seres a los que se evoca en los ritos mágicos), Adapa, era sacerdote de Ea en la ciudad de Eridu. En una ocasión, el viento del sur volcó su barca de pesca. Adapa maldijo al viento y le impidió que soplase, de modo que la tierra no recibía la humedad que traía. Anu, dios supremo, llamó a Adapa al cielo para que se justificase, y el patrón de éste, Ea, le aconsejó cómo podía aplacar al dios y le dijo que no bebiera ni comiera nada que le ofreciera, porque sería la comida y la bebida de la muerte. Pero le engañó, porque Anu quiso darle a Adapa el agua y el alimento de la vida, que le proporcionarían la inmortalidad, como a los dioses.

Cuando Adapa rechazó los regalos, Anu se echó a reír y le devolvió a la tierra. No se conserva el final de la historia pero, posiblemente, Anu otorgó privilegios especiales a Eridu y sus sacerdotes, mientras que imponía enfermedades y demonios como destino al común de los mortales, males que podría combatir Adapa con sus poderes mágicos.

Otro mito babilónico importante, pero también fragmentario, es la historia de Zu, adaptación acadia de un mito sumerio de época anterior. El dios-ave Zu, que moraba en los infiernos, robó al dios Enlil la Tablilla del Destino, que otorgaba a quien la portaba el dominio sobre el universo. Anu pidió a dos dioses que le mataran, pero éstos se negaron, temerosos del supremo poder que poseía Zu. Por último aparece el héroe: Marduk según las fuentes babilonias, Lugalbanda en Sumeria. No se conservan los detalles de la derrota de Zu, pero se cree que compareció ante Ea, representado como dios del agua, para ser juzgado.