WODOY Y DJUNGGUN

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Este mito de los Kimberleys occidentales tiene un paralelismo en los mitos de las tierras bajas suramericanas sobre lo crudo y lo cocinado, interpretados por el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, según el cual cocinar la miel constituye una metáfora del incesto (cierta clase de abejas de Sudamérica fabrican una miel tan dulce que quienes la toman no saben si saborean un manjar o si se queman con el fuego del amor).

En la antigüedad no se hacían distinciones entre generaciones ni familias y las relaciones incestuosas eran algo cotidiano. Un hombre llamado Djunggun y otro llamado Wodoy establecieron la forma ortodoxa del matrimonio, distinguiendo entre esposa y hermana. Intercambiaron tallas sagradas de madera y dijeron: «Casémonos, tú con mi hija y yo con la tuya, y así nos respetaremos mutuamente.» (En los Kimberleys, y hasta el día de hoy, se establecen vínculos entre los clanes intercambiando tallas de madera, ocre rojo, plumas de loro y mujeres como esposas.)

Djunggun recogió miel silvestre, la envolvió en una azucena y la coció en un foso. Wodoy se quedó pasmado ante la estupidez de Djunggun, porque sabía que la miel sabía mejor cruda, pero era demasiado tarde: la miel ya estaba cocida. Wodoy la probó y pensó que se había estro-

Djunggun era tan codicioso como estúpido y decidió guardar a su hija para sí; Wodoy le arrancó la cabeza con un palo, después de lo cual ningún hombre se casó con su hermana. Wodoy y Djunggun se transformaron en aves, en especies distintas de chotacabras.

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