No molestes a los camellos

Mientras Nasrudín vagaba por el cementerio, tropezó y cayó dentro de una antigua tumba. Comenzaba a imaginarse cómo se sentiría si estuviera muerto, cuando oyó un ruido. De pronto pensó que el Angel del Juicio Final venía por él ; aunque sólo era una caravana de camellos que pasaba.

El Mulá saltó fuera de la tumba y cayó del otro lado del muro, ahuyentando a varios de los camellos. Los camelleros lo golpearon con sus varas.

Con gran zozobra, fue corriendo a su casa. Su mujer le preguntó qué le sucedía y por qué había llegado tarde. —He estado muerto —contestó el Mulá.

Interesada a pesar de sí misma, le preguntó cómo era eso.

—No es nada malo, siempre que no molestes a los camellos, porque en tal caso te golpean.