El atajo

De regreso a su casa en una maravillosa mañana, Nasrudín pensó que sería una excelente idea la de acortar camino atravesando el bosque.

—¿ Por qué —se preguntó— debo andar penosamente por una ruta polvorienta, cuando podría estar en comunión con la naturaleza, escuchando a los pájaros y mirando las flores? Este es en verdad un día de días ; un día para ocupaciones afortunadas!

Diciendo así, se lanzó hacia la fronda. Poco había avanzado, sin embargo, cuando cayó dentro de un pozo, en el que se puso a reflexionar.

—Después de todo, no es un día tan afortunado. En realidad hice bien en tomar por este atajo. Si algo así puede suceder en este hermoso paraje, ¿qué no me podría haber ocurrido en aquella ruta desagradable?