¿De quién fue el disparo?

La Feria estaba muy animada, y el más antiguo de los alumnos de Nasrudín le preguntó si podía concurrir junto con sus compañeros.

—Por supuesto —dijo Nasrudín—, pues ésta es una oportunidad ideal para continuar la enseñanza

Cuando llegaron, el Mulá se encaminó directamente hacia el tiro al blanco, una de las grandes atracciones. Se ofrecían importantes premios hasta por un solo tiro que diera en el centro del blanco.

Al aparecer el Mulá y sus alumnos, la gente del pueblo se agrupó a su alrededor. Cuando Nasrudín en persona tomó el arco y tres flechas, aumentó la tensión. Aquí, seguramente, se demostraría que el Mulá algunas veces pretendía demasiado .

—Estúdienme atentamente.

El Mulá curvó el arco, tiró su gorra hacia atrás como un soldado, afinó la puntería y disparó. La flecha fue a dar muy lejos del blanco.

Hubo un rugido de mofa en la multitud y los alumnos de Nasrudín se turbaron, sintiéndose incómodos y murmurando entre ellos. El Mulá se volvió y los enfrentó a todos.

—¡Silencio! Esta fue una demostración de cómo dispara el soldado. A menudo da lejos del blanco y ésa es la razón por la cual pierde las guerras. En el momento en que disparé, estaba identificado con un soldado ; me dije : 'Soy un soldado disparando al enemigo'.

Tomó la segunda flecha, la colocó en el arco y tensó la cuerda. La flecha quedó a mitad de camino del blanco. Hubo un silencio profundo.

Nasrudín dijo a la concurrencia: —Acaban de ver el disparo de un hombre demasiado ansioso por tirar y que. por haber fallado en su primer disparo, estaba demasiado nervioso para concentrarse. La flecha quedó a mitad del camino.

Hasta el mismo dueño del local estaba fascinado con estas explicaciones. El Mulá se volvió hacia el blanco con indiferencia, apuntó y dejó que su flecha volara. Esta dio en el mismo centro del blanco.

Examinó los premios con mucha atención, tomó el que más le gustó y comenzó a alejarse. Surgió un clamor.

—¡Silencio! —dijo Nasrudín—. Que uno de ustedes me pregunte lo que todos al parecer quieren saber.

Por un momento nadie habló. Después, un campesino se le acercó e inquirió: —Queremos saber quién disparó el tercer tiro.

--¿Ese? ¡Oh ! Ése fui yo.