Leyendas de China

Tirando de los brotes

Como dice el antiguo adagio: «Nadie puede empujar el río.» A veces, más vale el inútil que el que pretende ser demasiado «útil».

Un hombre sembró un campo de judías. Pidió a sus empleados que lo atendieran debidamente, pero eran unos verdaderos holgazanes y no prestaban la menor atención a la huerta. El resultado, pues, era que los brotes crecían lentísimamente. Fue un día el propietario a comprobar cómo evolucionaban y se dio cuenta de que apenas había crecido. ¿Qué hizo entonces el buen hombre? Durante horas se puso a tirar de los brotes, y al regresar a su casa, extenuado, dijo:

—Me muero de cansancio.

—¿Por qué? —preguntó su hijo.

—He estado ayudando a crecer los brotes tirando de ellos.

A la mañana siguiente el hijo, temiéndose lo peor, fue a la huerta. Apenado, comprobó que todas las plantas estaban muertas. La inutilidad de sus empleados las había hecho enfermar; la «utilidad» de su padre había terminado por matarlas.