EL MAL EN LA MITOLOGÍA GRIEGA

Volver a índice mitología griega

¿De dónde y Por qué llegó el mal a los hombres?

Hesíodo es muy explícito. Por la envidia de los dioses.

Los dioses se envidiaban unos a otros, pero también envidiaban a los hombres. Aprovechando la oportunidad de haber robado Prometeo el fuego celeste para dárselo a las criaturas creadas por él, Zeus le lanza su vengativa maldición.

Por mandato del padre de los dioses, Hefestos forma un cuerpo perfectísimo de mujer; Atenea le da un rico cinturón; la Gracia y la Persuasión, collares de oro; las Horas, una guirnalda de floras primaverales; Hermes, el arte de mentir con seducción; Afrodita, la atracción infinita del sexo. Esta mujer, así creada y dotada, fue llamada Pandora. Por mandato de Zeus, Hermes la. condujo ante Epimeteo («el Imprudente»), hermano de Prometen. Pese a los consejos de éste, aquél aceptó el regalo. Pandora tenía una caja; abrió-la y salieren de ella, esparciéndose, todos los males. Como dice con acierto Duruy, «dirime que esto es un eco de la narración bíblica: la mujer perdiendo a la Humanidad. a la que encanta, por otra parte, con sus gracias y su abnegación maternal, y Dios condenando al hombre al trabajo, que ha sido su fuerza y su salvación». Por sencillas imágenes, sin teología ni metafísica, los poetas helenos explicaron así el origen del mal. La envidia de los dioses pasará a los hombres inexorablemente. La pena de ostracismo, tan en boga en Atenas y en Roma, no era otra cosa que un medio por el cual las hombres eliminaban de la comunidad a ciertos ciudadanos célebres por su talento o por sus riquezas.

Jamás el hombre antiguo pudo quitar de su corazón la angustia que le producía la implacable Némesis, diosa encargada de cumplir los dictados terribles de los envidiosos dioses.

Esta envidia deica dará las más patéticos temas de la sensibilidad humana.

Recuérdese la dignidad con que Prometeo soportó que Hefestos le atase a la roca caucásica y que el cuervo le royera las entrañas, incansable.

¿Cuál era el crimen del titán?

Haber amado a los hombres.

Recuérdese el dolor inmenso, pero sin debilidad alguna, con que Niobe vió morir a sus hijos atravesados por las flechas de los hijas de la envidiosa Loto.

¿Cuál era el pecado de los nióbidas? Estar orgullosos de su naturaleza humana.