EL INFRAMUNDO

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Los griegos no tenían un cielo y un infierno como en muchas religiones, pero creían en varias formas de vida ultraterrena. La más frecuente era el inframundo, conocido como el Hades ("el que no ve" o "el lugar no visto"), que también era el nombre de su lúgubre jefe. El dios Hades era hermano de Zeus y Poseidón, sin embargo, rara vez se lo incluía en el panteón olímpico, porque su sombrío reino se oponía al celeste Olimpo.

Había regiones del inframundo -el Erebos y el Tártaro- reservadas a aquellos cuyos delitos los condenaban al castigo eterno en la otra vida, como Tántalo y las Danaides. También había ámbitos para los muertos divinos, a los que se llamaba Campos Elíseos o Islas de los Bienaventurados, que eran lugar de reposo de valientes guerreros y algunos pocos escogidos.

Era importante que los muertos fuesen enterrados con las ceremonias apropiadas, para garantizar que el paso al inframundo se produjese sin problemas. Hermes Psicopompo conduciría a los difuntos al Hades. Caronte, el hombre del transbordador del inframundo, llevaba a continuación a los muertos por los ríos infernales: la laguna Estigia (río del odio), el Aquerón (río del dolor), el Leteo (río del olvido), el Cocito (río del llanto) y el Flegetón (río del fuego).

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