VIAJES DE ULTRATUMBA

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Conla, Mael Dúin y Bran

Los Viajes y Aventuras irlandeses hablan de periplos al Otro Mundo, paraje ambiguo y misterioso. Aunque sus poderes pueden mostrarse hostiles, se trata en esencia de un lugar de júbilo atemporal, de continuas fiestas y música encantada, en el que se desconocen la vejez y la muerte. Se accede a él por cuevas o lagos, o mediante encuentros casuales con sus representantes, que invitan o seducen a los mortales para que entren en una de sus moradas. Entre otros muchos nombres, se lo conoce como la Llanura de las Dos Brumas, la Tierra de los Jóvenes y la Tierra de los Vivos y, en los Viajes aparece con frecuencia como la Tierra Prometida del Occidente, situada en el océano o allende los mates.

En la aventura de Conla, una mujer a la que sólo él ve lo llama a la Llanura del Placer. El padre de Conla, Conn el de las Cien Batallas, ordena a su druida que impida a la mujer invisible, cuya voz pueden oír todos, que se lleve a su hijo. Los cánticos del druida la alejan, pero al desaparecer le arroja a Conla una manzana, que lo mantiene durante un mes entero: rechaza cualquier otro alimento o bebida y el fruto no disminuye. A Conla le invade un fuerte deseo de ver de nuevo a la mujer, y cuando ella aparece por segunda vez le dice a Conla que pueden irse juntos en su barco de cristal y él la sigue. Se marchan en una embarcación de cristal y no se vuelve a tener noticia de ellos.

En la travesía del barco de Mael Dúin se cuenta que el héroe decide vengar la muerte de su padre, para lo cual debe viajar por mar y recibir las instrucciones de un druida sobre la construcción del navio y el número exacto de tripulantes, pero los hermanos de leche de Mael Dúin violan esta última orden y llegan al barco a nado. Cuando arriban a la isla en la que vive el asesino del padre de Mael Dúin se desencadena un gran tempestad que los empuja a alta mar y dejan que el barco les lleve a donde Dios quiera. Desembarcan en treinta y una islas, todas ellas con terrores y prodigios distintos: enjambres de hormigas tan grandes como potros, una bestia con patas como las de un perro que brinca jubilosa al ver a los viajeros porque quiere comérselos a ellos y al navio y demonios que disputan carreras de caballos.

Tras múltiples aventuras, se topan con una columna de plata en cuyo extremo superior hay una red del mismo metal que se extiende hasta lo lejos. El navio atraviesa la malla y uno de los tripulantes corta un trozo para colocarlo en el altar en Armagh, si regresan a su patria. Un día, llegan a la Tierra de las Mujeres, donde, tras un banquete, cada hombre se acuesta con una mujer y Mel Dúin con la reina, que invita a los visitantes a quedarse con ella para siempre, disfrutando de los placeres que acaban de probar; pero al cabo del tiempo, los compañeros de Mael Dúin le convencen de que emprendan el regreso. La reina arroja un ovillo de hilo cuando levan anclas; Mael Dúin lo coge y la reina tira del extremo que ella sujeta hasta que el navio vuelve a la orilla, algo que se repite tres veces. Después, Mael Dúin deja que otro hombre recoja el ovillo de hilo, que se aferra a su mano, pero uno de los hombres le corta el brazo y se hacen a la mar. Tras otros encuentros prodigiosos, ven un halcón que vuela hacia el sureste, lo siguen y por fin regresan a Irlanda. Tienden el trozo de red sobre el altar de Armagh y cuentan lo que les ha sucedido.

En opinión de algunos expertos, tanto las Aventuras como los Viajes son mitos paganos con interpolaciones o detalles cristianos. Otros sostienen que los Viajes son composiciones cristianas y las Aventuras paganas, pero cada día existen más especialistas que consideran ambas alegorías cristianas.

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