VIOLINES

Érase una vez una linda pastorcilla a quien cortejaba por las noches un príncipe de los cielos que iba a visitarla. Cada mañana, al amanecer, su divino amante desaparecía en las profundidades del cielo a lomos de su caballo volador. Para mantenerlo a su lado, ella cortó las plumas largas de las alas del caballo. Y cuando el príncipe empezó a ascender a los cielos, ambos cayeron en el desierto y el caballo murió. Perdido en el desierto, el príncipe celestial ya no pudo visitar a su pastora ni regresar a su casa.

Y haciéndose un violín con los huesos del caballo, el príncipe se convirtió en un bardo errante. Hasta la actualidad, los violines mongoles se fabrican con una cabeza de caballo.