MONGOLIA

Se dice que el arte chamánico de viajar en trance a mundos invisibles para resolver los problemas de la vida (que fue común en otros tiempos por toda Asia central y del norte) fue introducido en Mongolia en tiempos antiguos por Tarvaa, un joven de 15 años. Habiendo caído un día este muchacho enfermo e inconsciente, fue dado por muerto.

Disgustada por la prisa con que sus familiares sacaron el cuerpo de la casa, el alma de Tarvaa voló al reino de los espíritus, donde se le acercó el juez de los difuntos y le preguntó por qué había acudido tan pronto. Complacido por el valor del muchacho para viajar a aquel reino al que ningún hombre vivo había viajado antes, el señor de la muerte le ofreció que volviera a la vida con el regalo que quisiera escoger.

Enfrentado a las magníficas ofertas de riqueza, placer, fama, longevidad y demás, Tarvaa escogió volver con el conocimiento de todas las cosas maravillosas que había encontrado en el reino de los espíritus y con el don de la elocuencia. Cuando volvió a su cuerpo, los cuervos ya le habían sacado los ojos de las órbitas; pero aunque ciego, Tarvaa podía ver el futuro, y vivió feliz y largamente con las historias de magia y sabiduría con que había vuelto del lejano mundo de la muerte.