MISERIA NEGRA Y RADIANTE

Se cuenta que una vez, cuando aún no existía nada, nacieron dos luces. Una de ellas era negra y se llamaba Miseria Negra (myal ba nag po); la otra era blanca y se llamaba Radiante (od zer Idan). Entonces surgieron del caos corrientes multicolores de luz que se separaron a la manera del arco iris; y de sus cinco colores salieron las cinco cualidades de lo sólido, lo fluido, el calor, el movimiento y el espacio. Estos cinco elementos se unieron fundiéndose y formando un gran huevo que quedó bajo la vigilancia de Miseria Negra y Radiante. Miseria Negra produjo de este huevo la oscuridad del no ser, que llenó la oscuridad de pestilencia y enfermedad, infortunio, sequía y dolor. A continuación, Radiante llenó el mundo con la luz de sus auspicios, que produjo vitalidad y bienestar, alegría, prosperidad, longevidad y gran cantidad de dioses benéficos.

Al encontrarse y unirse dioses y demonios nacieron muchas criaturas, y finalmente el mundo quedó lleno de su progenie. La historia de sus hazañas y creaciones suele situarse en el Tíbet, de modo que la propia tierra es considerada una manifestación de estos seres divinos y de sus hijos. Las montañas, los árboles, las rocas y los lagos que forman su sagrado paisaje se reconocen como moradas de los dioses o como los propios dioses y demonios.