EL BUDISMO CHINO

Amitabha y Guan Yin

El budismo empezó a ganar adeptos en China en el siglo II d. C. y muy pronto alcanzó gran popularidad, hasta convertirse en uno de los grandes sistemas religiosos del país, junto al taoísmo y el confucianismo; y ocupa un lugar mucho más importante en China que en la India, su lugar de origen, desde hace tiempo. El fundador del budismo, Gautama Sakyamuni o Buda (nacido h. 560 a. C. y conocido generalmente entre los chinos como Fo), prometió la salvación únicamente a quienes obedecieran la ley budista, llevaran una vida ascética y renunciaran a todos los placeres mundanos. Una vez liberadas de todos los vínculos con este mundo, tales personas escaparán del ciclo del nacimiento y la muerte y alcanzarán el estado de bienaventuranza denominado nirvana. Inevitablemente, se trata de un proceso largo y doloroso, que supone renunciar a los lazos emocionales con familiares y amigos y llevar una vida monástica.

Pero los chinos prefirieron venerar una manifestación de Buda llamada Amitabha (Emituofo en chino), que reinaba en el paraíso occidental. Prometía la salvación a cuantos se arrepintiesen de sus pecados e invocasen su hombre. Podía llegarse al estado de salvación mediante la fe, no sólo mediante el ascetismo, y por consiguiente, estaba abierto a más personas. Después de que el budismo se hubiera establecido en la China, en los templos de todo el país surgieron innumerables imágenes de Amitabha entronizado en una flor de loto.

Los mitos sobre la vida de Buda se propagaron por toda China, en algunos casos un tanto adornados para que resultaran más asequibles a la mentalidad china. Los monjes asumieron el papel de narradores y dejaron constancia de los mitos en forma de libros. Un relato cuenta que un discípulo de Buda llamado Maudagalyayana, Mulian en chino, descendió al infierno para rescatar a su madre, idea que atraía a los chinos, porque no sólo expresaba el concepto budista de karma (doctrina según la cual las buenas y malas acciones tienen sus consecuencias en esta vida y en las futuras), sino la tradicional virtud china del amor filial.

En el calendario budista, el festival de Avalambana («Colgar») señala la época en la que los monjes interrumpen su tradicional retiro durante la estación de las lluvias. El nombre de esta festividad deriva del mito hindú sobre un asceta indio que vio a sus antepasados colgados cabeza abajo cuando él se apartó del mundo y no se casó ni dio descendencia que mantuviera los sacrificios a los muertos.

Amitabha recibía frecuentemente la ayuda de la boddhisattva Guan Yin, llamada en muchos casos diosa de la Misericordia. Los boddhisattvas eran un rasgo característico del budismo mahayana que se popularizó en China y Japón, seres que vacilan a la hora de alcanzar el nirvana porque desean salvar a la humanidad sufriente. Su compasión y su promesa de salvación introdujeron un elemento nuevo y humano en la vida religiosa china. En principio, Guan Yin era el bodhisattva indio Avalokiteshvara, cuyo nombre tomaron los chinos como «escuchar los lamentos del mundo». Al poco de entrar en la China, Avalokiteshvara pasó a encarnar las virtudes maternales chinas de la compasión y se convirtió en bodhisattva femenino. Se escribieron numerosos relatos sobre ella: por ejemplo, salvó los libros sagrados de un peregrino budista chino que regresaba a su país desde India, y si se la invocaba, podía romper las cadenas de los presos, quitarles el veneno a las serpientes y la potencia a los rayos. Las mujeres le rezaban por sus hijos, y en algunos casos se le representaba con muchos brazos, símbolos del alcance de sus poderes como intercesora.

La Bodhisattva Guan Yin, derivada de un Bodhisattva masculino indio, en el budismo chino se convirtió en diosa de la Misericordia.