Delmira Agustini

Nació:en Montevideo, Uruguay, el 24 de octubre de 1886. Falleció: en la misma ciudad, el 6 de julio de 1914.

Delmira Agustini fue una poeta uruguaya perteneciente a la Generación del 900, precursora de un tipo de poesía que tendría en Alfonsina Stormi su continuadora.

Murió a los veintisiete años. El peso de tal hecho con frecuencia empaña su obra, leída a esa luz. Escribió poesía desde los diez años pero seis después comenzaría a publicar. Fue prolífica y en esa cantidad abre un camino para la literatura escrita por mujeres en un medio que no estaba preparado para tal cosa. Sorprende la osadía de su temática erótica pero también que amplía el campo del lenguaje modernista. Le decían «La Nena» y ella alimentó esa imagen contradictoria con su voz pública.

Había crecido pero continuaba llevando aquel apodo infantil y firmando incluso con él algunas cartas y artículos. Era una joven de familia respetable y conservadora. Sorprendió por eso su poesía cargada de erotismo y sensualidad que algunos críticos se apresuraron en reseñar como fantasías castas, platonismo moral. Comenzó a publicar sus poemas a los dieciséis años en revistas literarias montevideanas como La Alborada, Apolo y Rojo y Blanco. En ese momento sobresalió en su poesía el modernismo como influencia y el idealismo adolescente como tema; una poesía convencional en otras palabras pero sin embargo con un gran manejo de la musicalidad en el lenguaje.

Su primer libro, de 1907, El libro blanco [Frágil], apareció prologado por Manuel Medina Betancourt, director de la revista La Alborada. A partir de entonces trabó amistad con los intelectuales más importantes de la época: Alberto Zum Felde, Roberto de las Carreras, Juan Zorrilla de San Martín, Carlos Vaz Ferreira, Julio Herrera y Reissig y Samuel Blixen, entre otros. Se puso de novia con Enrique Job Reyes al año siguiente y a escondidas, porque la familia de Delmira no aprobaba la relación que tuvo un carácter pasional a pesar de los largos periodos en que sólo tenían contacto epistolar. Él no valoró ni entendió la obra de Delmira.

En 1910 publicó Cantos de la mañana y ya era una escritora reconocida con veinticuatro años. También recibió una carta de Manuel Ugarte, el intelectual argentino que, sin conocerla, le escribió un extenso elogio. Dos años después llegó Rubén Darío a Montevideo acompañado de Ugarte, once años mayor que ella, e iniciaron una relación amistosa que luego seguirá en cartas apasionadas. En 1913 publicó su tercer libro de poemas, Los cálices vacíos, más abiertamente erótico, con Un «Pórtico» de Rubén Darío al comienzo.

También incluía una descripción de Manuel Ugarte: «Manos enjoyadas del rubí de mi Bleseo, la perla de mi tristeza y el diamante de mi beso: llevad a la fosa misma un pétalo de mi cuerpo, manos que sois la Vida, manos que sois Ensueño».

Ella continuó con su noviazgo y se casa seis meses después, el 14 de agosto, a pesar de que estaba enamorada del argentino. Por razones inentendibles Ugarte fue testigo de la boda. El matrimonio duró hasta que ella abandonó a Reyes y volvió a la casa de sus padres, un mes y medio después. Ella alegó no poder soportar tanta vulgaridad. Ugarte le escribió para felicitar su «bello gesto de altivez y libertad». La poeta le pidió que viajara a Montevideo. El 13 de noviembre presentó la demanda de divorcio cuyo fallo fue aprobado el 22 de junio. Mientras tanto Delmira se veía con Reyes, ahora como amantes. En su última visita, el 6 de julio de 1914, Reyes le disparó dos tiros a la cabeza y luego se suicidó.

Después se publicaron en forma póstuma El Rosario de Eros , Los ostros del abismo yCorrespondencia íntima .

Carta

Le escribe Delmira a Manuel Ugarte: «Piense usted que esas dos palabras que yo pude en mi conciencia decirle al otro día de conocerle, han debido ahogarse en mis labios ya que no en mi alma. Para ser absolutamente sincera, yo debí decirlas; yo debí decirle que usted hizo el tormento de mi noche de bodas y de mi absurda luna de miel... Lo que pudo ser, a la larga, una novela humorística, se convirtió en tragedia».