Camille Claudel

Nació: en Vilieneuve, Francia, el 8 de diciembre de 1864. Falleció: en Montdevergues, el 19de octubre de 1943.

Camille Claudel fue una escultora francesa de genio indiscutido en sus comienzos, que colaboró con August Rodin y fue injustamente olvidada con los años.

Artista francesa que impacto con sus primeros trabajos escultóricos, asombrosamente parecidos a los de Rodin. Pero hasta entonces ella no conocía ni al hombre ni al artista. No obstante, cuando se cruzaron el encanto fue mutuo. Fueron amantes durante años y Camille colaboró con él. Pero al cabo tomó distancia y se concentró en su trabajo, que fue apenas tomado en cuenta tras la sombra del maestro. La suerte no estuvo de su lado y la genial Camille murió en el olvido. Fue reivindicada tras mucho tiempo.

En tiempos de Camille Claudel, una mujer talentosa dispuesta a seguir su vocación debía sortear todo tipo de convenciones y prejuicios. Camille tenía la inteligencia y el coraje para hacerlo y además era bella e impetuosa. Desde pequeña se había sentido diferente: era coja y compensaba este defecto físico con su temperamento indómito. Nadie la alentó a esculpir y no había antecedentes familiares que explicaran su predilección por este arte, pero a los doce años ya modelaba por su cuenta, con una destreza y creatividad que trascendió el círculo de sus allegados. Cuando el director de Bellas Artes descubrió su trabajo dio por descontado que estaba influido por Rodin. Pero Camille no lo conocía y si tenía algo en común con el artista era el hecho de no estar domesticada por los medios académicos.

Camille era la hija mayor y su padre tenía predilección por ella, de modo que al tomar conciencia de su talento la envió a estudiar a París cuando cumplió diecisiete años. Para eso, por orden del padre, tanto su madre como sus hermanos -uno de ellos el famoso escritor Paul Claudel-, tuvieron que mudarse a la capital mientras él permanecía en su hacienda. Esto hizo nacer en ellos un profundo resentimiento, lo que se tradujo con los años en celos y rabia hacia la orgullosa y empecinada Camille.

Claudel llegó a París en una época en la que las mujeres no tenían permitido asistir a la Escuela de Bellas Artes, pero esto no la desalentó. Se inscribió en una academia y alquiló un estudio con dos artistas jóvenes y se dedicó a trabajar con pasión desbordante.

Cuando conoció a Rodin tenía diecinueve años y un prometedor futuro, mientras que él la doblaba en edad y había hecho ya una sólida carrera artística. Esta diferencia y los prejuicios de la época hacia las mujeres que se dedicaban al arte de modo profesional ayudaron a consolidar el rumor de que Camille era apenas una discípula de Rodin, además de su amante. Pero la realidad era diferente: aunque jamás cobró por ello ni estampó su firma, Camille trabajaba a la par de Rodin.

Colaboró en sus obras más importantes y posó para él incontables veces. Simultáneamente se dedicaba a sus esculturas. Si hubo, en efecto, algún tipo de influencia creativa fue mutua y muchas de las obras de Rodin tienen origen en ideas que ella le proponía.

Finalmente, Camille y August se separaron. Ella alquiló un estudio y se abocó a su trabajo, lo que la sumió en la miseria pues los materiales eran costosos y apenas tenía encargos para subsistir, debido a que la crítica la segregaba al tiempo que Rodin conquistaba el éxito. Se dice que enloqueció, lo que es improbable aunque sí es posible que la mala alimentación y el aislamiento le afectaran. Su padre había muerto y su madre y sus hermanos la encerraron en un manicomio. Camille murió sola y olvidada en ese agujero después de treinta años.

La artista maldita

Lo que se conoce de la producción escultórica de Claudel impacta por su belleza, por la combinación de fuerza y delicadeza en dosis precisas. Destacan Las bañistas, El vals o la llamada Sakuntala . Pero parte de su obra está dispersa en colecciones privadas o en museos ignotos y muchas piezas se han extraviado. Lo mismo ha pasado con sus cartas, como si pesara sobre ella una maldición que la condenara a desaparecer.