Alma Mahler

Nació: en Vierta, Austria, el 31 de agosto de 1879. Falleció: en Nueva York, EE.UU., el 11 de diciembre de 1964.

Alma Mahler fue una joven pianista y compositora de gran belleza, que abandonó su incipiente carrera artística tras casarse con Gustav Mahler.

Era talentosa, de personalidad arrolladora y rasgos perfectos. Pero pese a sus dotes tempranas (era la hija del conocido pintor Schindler y desde pequeña fue estimulada, al punto de que compuso sus primeras piezas a los nueve años), renunció a su promisoria carrera para convertirse en leyenda y musa. Fue esposa del compositor Gustav Mahler, del arquitecto Walter Gropius y del novelista Franz Werfel; Oscar Kokochka fue su amante y Gustav Klimt y Nobel Gerhart Hauptmann sus amores platónicos.

Hacia finales del siglo XIX, Viena era el corazón de un imperio austro- húngaro que agonizaba y fue el centro intelectual y artístico de esa época. El ambiente estaba impregnado de una efervescencia que se desplegaba en salones literarios y en cafés, en cuyas charlas se fraguaban importantes proyectos. Por entonces surgió la escuela filosófica del Círculo de Viena, la arquitectura moderna de Loos, la música dodecafónica de Schönberg, las teorías freudianas.

Alma Mahler vivió este súbito esplendor previo al ocaso y fue uno de los pintorescos personajes de esa Viena intensa: una mujer sensual y brillante y una artista precoz. A los veinte años ya había escrito numerosos Lieder y fragmentos instrumentales y operísticos. Pero la precedía su belleza, pues por entonces éste era el mayor talento al que una mujer podía aspirar.

Sin embargo ella se asumía como una artista y trabajaba concienzudamente. Hasta que conoció a Gustav Mahler y su destino como pianista sobresaliente se torció. Mahler tenía dos veces más años y reputación que ella, era una eminencia y se convirtió en el centro de la atención de Alma, que había perdido a su padre siendo todavía una niña y rápidamente mitificó a este gran hombre. Se casaron pronto y el propio Mahler intercedió para que su mujer se abocara a la vida matrimonial sacrificando su carrera artística. Cosa que ella hizo y al parecer no lamentó, pese a que la vida en pareja no fue precisamente un Cuento de hadas ya que el músico estaba absorto en su obra y Alma padecía constantes ataques de angustia, en uno de los cuales conoció a Walter Gropius, quien sería primero su amante y luego su segundo esposo.

Alma también mantuvo un apasionado romance con el legendario pintor Oscar Kokoschka, que literalmente enloqueció de amor por ella. Y se casó en terceras nupcias con Franz Werfel, un novelista diez años menor que hoy ha sido olvidado pero que fue bastante famoso en su tiempo. Sin embargo, no todo fue tan excitante en la vida de Alma: perdió a tres de sus hijos después de verlos padecer y de sufrir con ellos, vivió el mundo derrotado de la Primer Guerra Mundial y además el ascenso de Hitler. Si bien en un primer momento se expresó con la Intolerancia antisemita que imponía el régimen, estuvo dispuesta a huir a Francia y a vivir en condiciones penosísimas con su tercer marido que era Judío, mientras su familia adhería al nazismo sin ningún escrúpulo.

En definitiva, Alma Mahler vivió con la intensidad que inoculó en la Viena de su infancia. Tuvo una biografía apasionante y además vivió mucho. A pesar de que desde muy joven -concretamente durante su desdichado matrimonio con Gustav Mahler- se volvió afecta al alcohol en exceso, murió a los ochenta y cinco años, dejando testimonios que dan prueba de todo aquello por lo que fue idolatrada y a la vez blanco de las críticas.

Amor y locura

Alma Mahler era una beldad, pero además era culta, original y brillante y despertó a lo largo de su vida pasiones desenfrenadas. La del pintor Oscar Kokoschka roza los límites de la locura. Según cuenta la leyenda, cuando Alma lo dejó quedó tan desesperado que hizo construir una muñeca que era una réplica de Alma en tamaño natural y aunque terminó decapitándola en público la tuvo en sus brazos durante todo un año.