Aunque poco puede decirse con seguridad sobre los orígenes de la primitiva cultura del Sudeste Asiático, hay factores que sugieren una base antigua común. Para reforzar la unidad del grupo, las sociedades pequeñas solían deificar a sus antepasados, haciéndolos derivar de un antepasado común. Muchos grupos actuales establecen sus orígenes en figuras remotas que habrían llegado navegando desde el norte, en animales o seres semidivinos.
Las prácticas de los sacrificios humanos y la caza de cabezas entre los pueblos remotos pueden haberlos predispuesto a aceptar la compleja doctrina cristiana de la comunión -participar de la sangre de Cristo- y la crucifixión, o sacrificio de un dios.
La dirección espacial tiene un significado simbólico para las gentes de esta región. Según la sociedad, las casas deben estar lo más perfectamente alineadas a la dirección "correcta". En Tailandia, por ejemplo, la gente duerme con la cabeza hacia el norte o este; la habitación del jefe de la familia debe estar más elevada y más hacia el norte o este que las otras, mientras que las zonas menos sagradas, como la cocina, ocupan los espacios al oeste. Cada estadio importante en la construcción de una casa viene marcado por una ceremonia de protección para mantener alejados a los malos espíritus.