OKUNINUSHI DIOS DE IZUMO

Estos conflictos, de los que Okuninushi salió victorioso, redujeron Izumo a la anarquía, circunstancia que aprovechó la astuta Amaterasu. Como quería extender sus dominios hasta aquella región, envió a uno de los hijos que había concebido en la competición con Susano a que juzgara la situación. Al enterarse de los problemas, la diosa del sol envió a otro hijo suyo a que subyugase la zona, pero como éste no volviera al cabo de tres años, consultó con las demás deidades y decidieron despachar a un dios llamado Ame-no-waka-hiko para que averiguase qué le había sucedido, pero éste les traicionó, se casó con la hija de Okuninushi y decidió apoderarse de aquellas tierras. Pasados ocho años, Amaterasu le envió un faisán divino para que le preguntase la razón de su prolongada ausencia del cielo: Ame-no-waka-hiko le disparó una flecha, que atravesó al ave y se clavó en el dios Takamimusubi, quien se la devolvió y mató al traidor mienrras esraba en la cama.

Exasperada ante tantos fracasos, Amaterasu envió a dos de las deidades en las que más confiaba, Takamimusubi y Kamimusubi, para que le dijeran a Okuninushi que debía entregar las tierras a la diosa del sol. Sentados en la punta de las espadas, que se habían incrustado en la cresta de una ola frente a la playa de Inasa, en Izumo, los dioses comunicaron el ultimátum de Amaterasu, y Okuninushi, impresionado ante semejante despliegue, le pidió opinión a uno de sus hijos. El joven dios le aconsejó que capitulara, a lo que Okuninushi accedió, a condición de que se le reservara un lugar entre las grandes deidades veneradas en Izumo, y Amaterasu se lo concedió. Después de Ise, Izumo es el santuario sintoísta más importante.

Tras la capitulación de Okuninushi, Amaterasu envió a la tierra a su nieto Honinigi con tres talismanes sagrados de soberanía: el espejo divino que había contribuido a que Amaterasu abandonase la cueva de la oscuridad, la espada Kusanagi que encontró Susano en la cola del dragón y las cuentas magatama de las que surgieron muchos hijos. En la actualidad se siguen regalando copias de estos talismanes al emperador en el día de su coronación.