LA NIÑA DEL BAMBÚ

Cuentan que hace tiempo muchas eran las familias que en Japón vivían de trabajar el bambú. Un hermoso día de mayo un anciano que recogía estas plantas encontró un tallo que sobresalía por su belleza respecto a los demás. Cuando fue a segarlo cuál fue su sorpresa, encontró a una diminuta y graciosa pequeña amarrada a la base del talle. Emocionado cogió delicadamente a la niñita y la llevó a su casa.

Su esposa al ver a la hermosa criatura pensó que era un regalo de los dioses, como compensación a una vida llena de trabajo y vacía de hijos. La llamaron Bambú y la criaron y amaron como si hubiese sido engendrada por ellos. No sabían que este acontecimiento iba a cambiar para siempre sus vidas. Desde que apareció la niña la cosecha de bambú se convertía en oro, lo que les permitió cambiar de casa, de ropa y conseguir el merecido des canso a toda una vida dedicada al trabajo en el campo. Pese a todo, el mayor tesoro era el amor que daban y recibían de la niña.

Bambú se convirtió en mujer y se hizo famosa por su belleza.

Cinco hombres pedían su mano continuamente, pero Bambú no quería casarse y siempre conseguía librarse de ellos poniéndoles difíciles pruebas para conseguir sus favores: al primero le pidió que le trajera la taza de Buda; al segundo, el tronco de un fabuloso árbol dorado cuyos frutos eran piedras preciosas; al tercero, la piel del ratón del sol; al cuarto, la joya de cinco colores que lleva siempre en el cuello el dragón; y al quinto, una cáscara del nido de las golondrinas.

Los jóvenes marcharon ansiosos por encontrar los tesoros que solicitaba su amada pero pasado un tiempo, regresaron con las dádivas para obtener la mano de Bambú y casarse con ella.

Llegó el primer hombre con una falsa taza de Buda, que la joven descartó por sucia y ajada. El segundo no encontró el árbol de oro y lo encargó a unos joyeros, quienes lo acusaron de no pagar, descubriéndose así la farsa. El tercero entregó la piel del ratón del sol, pero esta piel es peculiar porque no arde con el fuego y, al hacer la prueba, tuvo que marchar por la puerta pequeña pues era falsa. El cuarto encontró al dragón y halló la muerte al enfrentarse a él. El quinto buscó la cáscara sagrada en todos los nidos pero también fracasó en su intento.

El emperador conoció la historia que rodeaba a Bambú y quiso conocerla. La mandó llamar y, cuando vio su hermosa cara, se enamoró y la propuso matrimonio, pero ella se negó pese a ofrecerle todos los tesoros del mundo.

Bambú se pasaba el día entero llorando y por las noches no dejaba de mirar a la luna. Sus padres intentaron consolar su angustia, aunque el llanto de la joven no encontraba consuelo, hasta que un día se dirigió a sus padres para contarles que ella nació en la Luna y que debía regresar pues las ninfas lunáticas iban a venir a recogerla. Se despidió de ellos apenada y agradecida por todo lo que habían hecho por ella, mientras millones de seres luminosos formaron una mágica alfombra que la dirigía hacia su antiguo hogar. Todos quedaron deslumbrados y abatidos por la pérdida.

Cuando Bambú llegó a la luna las ninfas mágicas la cubrieron con su manto de luz haciéndola olvidar todo lo ocurrido en la Tierra para evitarle todo sufrimiento.