LAS HAZAÑAS DE YAMATO-TAKERU

El héroe legendario más importante del Japón es Yamato-takeru, llamado en principio O-usu-no-mikoto. Tras diversas hazañas juveniles, su padre, Kei-ko, le encargó que sometiese la tierra de Izumo y que matara a su jefe, Izumo-takeru, poderoso guerrero que accedió a un duelo con Yamato-takeru y a intercambiar las espadas para la lucha. Al comenzar el duelo, Izumo-takeru no pudo desenvainar la espada de Yamato (que no era más que una imitación) y éste lo mató.

A continuación, el padre de Yamato-takeru le encomendó la misión de pacificar a los bárbaros del este, los Emishi. Yamato partió con la espada mágica Kusanagi que había encontrado Susano y una bolsa también mágica-ambos objetos regalo de su tía, Yamato-hime, que se los dio en el santuario de Ise. En el camino conoció a una princesa, Miyazu-hime, se enamoró de ella y le prometió casarse a su regreso. Al llegar a Sagamu (actual provincia de Kangawa un jefe local le imploró que liquidara a una deidad díscola que vivía en un gran estanque en medio de una llanura cubierta de hierba, pero se trataba de una estratagema: en cuanto puso el pie en la llanura, el jefe prendió fuego a la hierba, pero la espada Kusanagi se movió por sí sola, cortando el césped (de aquí deriva el nombre con el que se conocería este arma más adelante: Cortacésped), Yama:: abrió la bolsa mágica, sacó de ella material para provocar un contraincendio y escapó de aquella trampa.

Durante el viaje de regreso, Yamato-takeru precipitó su propia caída. Antes de la partida se casó con Miyazu-hime y dejó a su cuidado la espada Kusanagi. En el desfiladero de Ashigara mató a una deidad de la montaña en forma de ciervo blanco y, más adelante, en el monte Ibuki, encontró otra deidad, encarnada en un jabalí blanco, y violó cierto tabú al asegurar que mataría a aquel ser.

Debido a ambas transgresiones, al cabo de poco tiempo le acometió una enfermedad mortal y, moribundo, el héroe se dirigió hacia la costa de Otsu, cerca de Ise, para recoger otra espada que había dejado allí. Después, mientras cantaba una canción sobte su hermosa tierra natal, que no volvería a ver, se encaminó a la llanura de Nobo, donde murió. Antes de que su cuerpo fuera enterrado en la tumba que había erigido el emperador, se transformó en una gigantesca ave blanca que echó a volar hacia Yamato.