BRAHMANISMO

Volver a índice mitología hindu

El Brahmanismo modificó sensiblemente la mitología védica. Y la clasificación y jerarquía en el panteón védico variaron según las escuelas que se sucedieron.

Los dioses eran: Brahma, dios supremo; Indra, Iama. Agni, Varuna, Kuvera, Niwiti, Vayu e Isana.

Agni y Soma eran los dioses del sacrificio y de la libación; Rudra, padre de los vientos; los diez Maruts y los doce Aditias. Cada dios tenía una diosa por compañera, siendo las diosas más importantes: Indrani (esposa de Indra) y Prithivi o la Tierra (esposa de Kuvera).

El culto de los richis o hombres sabios tenia a Manir por el primer hombre que se convirtió en dios creador, subdividiéndose en siete Manús, y de quien procedían los diez Maharquis o Pratjapatis. antepasados de las familias brahmánicas.

Hay dos líneas en el brahmanismo, el Visnuismo. que admitía por dios supremo a Visnú. del cual se reconocían diez encarnaciones o manifestaciones distintas, y el Sivaismo, o adoración de Siva, culto naturalista que tenía por objeto el lingam o falo, símbolo de la generación.

La esposa de Siva es Parvati o Bhavani; su primer hijo, Genesa, dios de la inteligencia, y el segundo, Kartikeya, dios guerrero. La trimurti o trinidad hindú, compuesta de Brahma, Visnú y Siva, fue formada por los brahmanes para pactar y evitar así la influencia del budismo.

Una nueva herejía representaba el budismo. Según éste, Adibuda, el Brahma budista, produjo, por su contemplación, los cinco Budas que representan los elementos cósmicos. Estos, a su vez, produjeron los Budsiativas, autores de mundos innumerables. Debajo del mundo metafísico de Adibuda, está el mundo terrestre, que tiene forma de nave, cuyo mástil es el monte Merú Este mástil está dividido en diez pisos, de los cuales los seis superiores están habitados por los dioses. Más bajos que los dioses van apareciendo los maharadjas, los reyes, los genios, los gigantes, los dragones, los hombres y los animales. Cada hombre emplea ochenta mil años en. recorrer este mástil; es decir, en ir de lo terrestre a lo divino o a lo infernal, según sus méritos o sus pecados.

Ampliando el anterior resumen, importa decir que los Aryas, en la edad que he llamado védica, fueron monoteístas. Su gran dios, el único digno de alabanza, era Agni, simbolizado por la sustancia del fuego y adorado en el Sol. De aquí los sobrenombres que se le dieron: Pragapati (señor de las criaturas), Asura (espíritu viviente), Paruhsa (alma suprema), Mitra o Aryaman (el bondadoso, el dios amigo), Ohatar (el criador), Savitar (el productor). Esto es cuanto afirma el Rig-Veda al decir que los sabios dan muchos nombres al Ser que es uno, llamándole a la vez Indra, Mitra, Varuna, Agni, etc.

En la India, la credulidad y la superstición convirtieron en ídolos, en gigantes, en monstruos, y llenaron con ellos el panteón popular, precisamente a cuanto no era sino aspecto distinto de una misma cosa. Así, al Sol, símbolo de Agni, considerado en tres momentos: Como Surya, la luz brillante; como Visnú, el viajero incansable que mide el Universo con tres únicos pasos—la Aurora, el Mediodía y el Ocaso—, y como Pusán, el vivificador; así, al Sol, lo transformó en varios dioses. Y como el propio Agni, al circular por el cielo, tomase distintos sobrenombres, Mitra, Varuna, Indra..., cada uno de estos sobrenombres encubrió para el pueblo un dios distinto con particulares atribuciones.