SIBERIA: VISIÓN ESPIRUTUAL DEL MUNDO

Los habitantes de Siberia han creído tradicionalmente en la existencia de varios mundos, por lo general tres, cinco o siete, apilados unos sobre otros. Nuestro mundo está situado en el medio. Los superiores suelen ser los reinos de los espíritus benévolos, y los inferiores los de los espíritus malignos. Se imagina el camino entre estos mundos como un árbol con las raíces en el más bajo y las ramas en el más elevado. El chamán asciende o vuela hasta ellos en estado de trance con el fin de negociar o luchar con los espíritus y a veces sube paso a paso por muescas talladas en el tronco de un árbol, entonando a cada paso cánticos sobre su viaje por las distintas capas y sus encuentros con los espíritus.

Este árbol se repite una y otra vez en los mitos. Según los nivki, al principio había dos lunas y dos soles, por lo que el mundo era demasiado frío de noche y demasiado cálido de día y sólo quedaron con vida dos avecitas hermanas, que fueron a un alerce que se alzaba hasta los cielos y tomaron la comida que allí había dejado el anciano guardián del árbol. Aparecieron otras dos aves, una de oro y otra de plata, y retaron a un duelo a las hermanas.

El ave de oro subió al cielo y una de las hermanas la siguió. Para escapar, el ave se transformó sucesivamente en oso, foca, pez y ser humano, pero su perseguidora hizo otro tanto y la apresó en cada ocasión. En su forma humana, el ave se convirtió en la hija de un anciano, a quien el héroe (anteriormente una de las aves hermanas) le pidió permiso para casarse con ella. El anciano accedió a condición de que el héroe matase al sol y la luna sobrantes, tarea en la que le ayudó el señor del mar, que lo encerró en una cacerola de hierro, lo coció, raspó los restos y con ellos modeló a una nueva persona. Así, el héroe se transformó en el hombre de hierro, quien, equipado con arco y flechas del mismo metal y un caballo volador, abatió al sol y la luna que sobraban, y el mundo volvió a ser habitable.

El cocimiento y reconstrucción del héroe constituyen signos inconfundibles de iniciación chamanística. Los espíritus colocan al iniciado en un recipiente, despedazado, y después vuelven a unir los trozos, hueso a hueso, como persona renacida con poderes chamánicos. La potencia del hierro es tal que únicamente al herrero debe temer al chamán, por ser más fuerte que él.

Entre los mitos siberianos sobre los orígenes destaca el de los evenki, que atribuyen la sucesión del día y la noche a un poderoso alce que habita en el mundo superior. Un día, el animal escapó del bosque y subió a la cima de una montaña, donde empaló al sol en sus cuernos y se lo llevó al bosque, por lo que los seres humanos del mundo intermedio se sumieron en la oscuridad. Un héroe llamado Main se puso unos esquíes alados y ascendió al mundo superior, donde persiguió al alce. A medianoche lo alcanzó, le disparó una flecha y k luz volvió al mundo intermedio, pero Main no regresó a su propio mundo, sino que se transformó en espíritu para custodiar el sol. Desde entonces se ha repetido el episodio en el mundo intermedio: cada tarde, el alce captura al sol con sus cuernos y cada noche Main lo atrapa y lo devuelve a su pueblo por la mañana.