Coyote podía cambiar de forma siempre que él quería. Un día, mientras estaba cruzando un río, se cayó al agua. Para no ahogarse decidió transformarse en una tabla de madera, por lo que fue arrastrado aguas abajo hasta llegar a un dique.
Una anciana se fijó en el madero y pensó que sería un buen plato para pescado. Se lo llevó a casa y puso en él salmón para cenar. Es fácil imaginar su sorpresa cuando el salmón desapareció con tanta rapidez que casi no pudo probar bocado. Se enfadó tanto que tiró el madero al fuego.
Cuando se encontró en medio del fuego, Coyote se transformó en un bebé que lloraba de dolor. La mujer lo sacó con rapidez de las llamas y lo crió como si fuera suyo.
Transcurrió el tiempo y el niño creció, pero el muchacho seguía siendo tan travieso y rebelde como cuando era pequeño. Un día, la mujer tuvo que salir de viaje, pero antes de irse le dijo al niño-coyote:-Mientras esté fuera, no abras ninguna caja del granero.
Coyote lo prometió, pero como era desobediente no pensaba cumplir la promesa. Sentía curiosidad por saber qué había dentro. Primero, no obstante, intentó derrumbar el dique que le había impedido llegar hasta el mar. No había salmón en el país de Coyote y quería que su gente, que vivía aguas arriba, pudiera saborearlo. Por eso tenía que destruir el dique para que el salmón pudiera nadar hacia arriba.
Tan pronto como se fue la anciana, Coyote rompió la barrera con un hacha, dejando en libertad al salmón.
Para satisfacer su curiosidad, comenzó a abrir las cuatro cajas. Para desgracia suya, de la primera salió un enjambre de terribles avispas; de la segunda, una nube negra de moscas del salmón; de la tercera, una nube de moscardones; y de la cuarta, un enjambre de escarabajos de la carne.A partir de ese día, Coyote pudo ofrecer a su pueblo tanto salmón como quiso. No obstante, y como era tan desobediente, su gente se ve ahora atormentada por las avispas, moscas, moscardones y escarabajos. Cada año alcanzan su máximo en primavera, cuando el salmón comienza a subir río arriba.