RAÍCES DE LAS MITOLOGÍAS

En el núcleo de las mitologías amerindias estaban las experiencias acumuladas de los cazadores recolectores durante numerosos milenios antes del desarrollo de la agricultura. La comprensión íntima del entorno por parte de las sociedades cazadoras implicó una enorme información práctica. Sabían qué planta comer y cuál evitar, las que tenían propiedades curativas y las que eran venenosas, comprendían los ciclos de cría, los movimientos de los animales, los sitios de agua dulce y las materias primas para hacer utensilios, cerámica, ropa y armas. Sabían cómo moverse por el entorno reconociendo los más mínimos detalles, los rastros animales, los olores, el canto de los pájaros, los vientos cambiantes y el tacto de la tierra bajo sus pies.

Esta comprensión creó un vínculo entre los amerindios y su medio de forma que el mundo natural fue entendido en términos de su propio mundo social. El paisaje no era sólo un lugar de realidades físicas, sino también de mito y magia. Los paisajes amerindios estaban entrecruzados por líneas invisibles de poder, lo que vinculaba el mito, el parentesco y el conocimiento del mundo físico y sobrenatural. El hecho de recordar y transmitir esta información era un acto cultural que se conseguía mediante la observación, la instrucción, los ritos de paso y las historias míticas que daban una dimensión espiritual y una explicación sagrada a los detalles de la vida cotidiana.

No obstante, esta cosmología fundamental y compartida de los amerindios halló diferentes expresiones culturales en la variedad de civilizaciones precolombinas de América Central y del Sur. La proximidad de las regiones físicas adyacentes, muy distintas, condujo a una mezcla de creencias y costumbres, comercio e influencias en el arte, la religión y la mitología.

El simbolismo de las primeras civilizaciones de la América precolombina -los olmecas de Centroamérica y la cultura de Chavín en los Andes- está lleno de imágenes e ideas de las selvas lluviosas tropicales. Ambas sociedades poseían un arte sofisticado, representado por animales de la jungla tallados en la piedra, transformaciones animal-hombre y el uso ritual de alucinógenos, cortado de cabezas, canibalismo y la construcción de una arquitectura monumental.

Estas primeras sociedades consolidaron el mundo mítico de las selvas lluviosas y legaron sus avances tecnológicos a la larga serie de culturas que llegaron después. En Centroamérica, los zapotecas, teotihuacanos, mayas y aztecas compartieron ideas y creencias que aparecieron ya en tiempos de los olmecas. De igual forma, la influencia de Chavín se sintió en todos los Andes, influyendo en las civilizaciones moche, wari, tiahuanaco, chima e inca. Cada sociedad tenía sus propios mitos de origen, su propia ideología y su identidad étnica, pero todos ellos estaban inmersos en una visión del mundo básicamente amerindia.