EL GRAN TEMPLO

Los mexicas expresaron su destino imperial construyendo el gran templo de Tenochtitlán, en lo que hoy es ciudad de México. Todos los templos mesoamericanos eran casas de la divinidad, teocalli, y encarnaban la esencia cósmica del pueblo de dios.

El Templo Mayor fue el centro simbólico de la gran red tributaria del Imperio Mexica, un lugar en donde se reunían las ofrendas sagradas y depósitos funerarios; un adoratorio a las deidades de la guerra y la lluvia; un símbolo de los logros de los aztecas ante sus enemigos.

El Hueteocalli, o Gran Templo, de los mexicas, era una pirámide doble dedicada a Huitzilopochtli y a Tlaloc, por lo que materializaba mitos de ambas deidades. Reconstruido y ampliado por sucesivos emperadores, el Gran Templo fue una recreación simbólica de Coatepetl, y los sacrificios humanos que allí tuvieron lugar repitieron la victoria sangrienta de Huitzilopochtli sobre Coyolxauhqui.

En la actualidad excavaciones en ciudad de México han rescatado gran parte del templo y el recinto ceremonial que lo circundaba, que estaba sepultado y se creía perdido desde tiempos de la colonia, tras la conquista de México, ya que Hernán Cortés ordenó usar sus materiales para construir otra ciudad, intentando con esto terminar los cultos distintos a la religión católica.

La presencia del santuario y de las ofrendas a Tlaloc sugieren que el templo era también concebido como una gran montaña cósmica que simbolizaba el agua y la fertilidad.