CIELOS SAGRADOS DE MESOAMÉRICA

Muchos mitos de Mesoamérica incorporaron información astronómica al unir la tierra y el cielo en un gran esquema cósmico.

La astronomía mesoamericana no era una ciencia en el sentido occidental del término. Se usaba un conocimiento detallado de los movimientos de los cuerpos celestes, obtenido por los sacerdotes-astrónomos, con el objeto de calcular las alineaciones de los templos, los momentos de las guerras y los sacrificios, y el ascenso al poder de un nuevo gobernante.

En Mesoamérica, la tierra era sagrada, y el cielo, el reino intocable de dioses y espíritus, cuyo poder llegaba incluso a afectar la vida de todos los que poblaban la tierra. El saber astronómico estaba filtrado por el astrológico. De esta forma, los mexicas convirtieron el sol y la luna en los dioses Huitzilopochtli y Coyolxauhqui en Coatepetl, y los maya quichés vieron el alba de la vida como el planeta Venus anunciando la primera salida del sol.

Entre los mayas clásicos, cuando un jefe divino moría, debía ser preparado para vencer a los dioses en combate y de esta manera renacer como cuerpo celeste. En Palenque, los acontecimientos dinásticos se hacían coincidir con las observaciones de Júpiter y se usaban los periodos de la luna y Venus para calcular calendarios con fines sagrados y seculares.