VERSIÓN VÉDICA DE LA CREACIÓN

Hace mucho tiempo las sagas védicas describieron a Vishnu como aquel cuya existencia expande el cosmos. Cuando este universo pasó a la existencia no era más que una de las incontables semillas que desprendía el cuerpo de Vishnu, semillas que flotaban en el Océano de la Creación como grupos de burbujas. Cada semilla se convirtió en un huevo de oro en el que penetró Vishnu en tanto que Purusha, la persona cósmica. Y apareciéndose en el interior de su oscuridad transformó la materia primigenia en tierra, agua, fuego, aire y espacio etéreo. Al desarrollarse este cuerpo universal llegaron a la existencia los elementos correspondientes del mundo físico y mental.

Los himnos védicos vuelven a contar el sacrificio de Purusha, el hombre cósmico, en el amanecer del universo. Los dioses prepararon un sacrificio cuya ofrenda principal era la forma gigantesca del propio Purusha.

A Entre la destrucción del mundo y la creación del nuevo universo, Vishnu descansa.

De las distintas partes de su cuerpo surgieron los elementos del universo. Su boca se convirtió en el habla, presidida por el dios del fuego Agni. Su nariz se convirtió en aliento y en el sentido del olfato, bajo el control de Vayu, dios del viento; sus ojos se convirtieron en el sentido de la vista, controlado por el dios del sol Surya; el movimiento apareció en sus piernas, y sus venas eran ríos que alcanzaban su corazón. Brahma y Shiva eran su intelecto y su yo. Las cuatro castas de la sociedad humana -sacerdotes, gobernantes, comerciantes y trabajadores- proceden de su boca, sus brazos, sus muslos y sus pies.

Abundan relatos más concretos del desarrollo del universo emprendido por Brahma, dios de la creación nacido del ombligo de Vishnu. Brahma hizo los planetas y las estrellas y creó a los miles de semidioses, a cada uno de los cuales encargó una parte concreta del orden cósmico. A Indra le correspondió la lluvia, A Vayu el viento, a Surya el sol, a Chandra la luna y a Varuna los ríos y los océanos. Finalmente, a la diosa Bhumi le correspondió la tierra.

Brahma y los dioses crearon la miríada de formas de vida del universo, y entre ellas a los seres humanos. Los dioses recibieron el poder de otorgar grandes bienes a sus adoradores. Son los poderes que se hallan tras los elementos del mundo natural, como el viento, la lluvia y la propia tierra. La diosa de la tierra, Bhumi, es considerada por los hindúes una de las siete madres. Sin embargo, por poderosos que sean los semidioses, tras ellos está Vishnu, que es quien realmente lo crea y lo controla todo. Sin él nada puede nacer.