SKANDA Y GANESHA

El nacimiento de Skanda suele vincularse con el primer coito de sus padres, interrumpido por los dioses, que temen que los hijos de ambas deidades posean demasiados poderes. Siva derrama su semen y aquella sustancia, tan caliente que nadie puede cogerla, pasa de un dios a otro hasta que llega al Ganga, donde es incubada. Amamantado por las seis Krittikas (personificaciones de las Pléyades), Skanda vence al demonio Taraka y salva al mundo. Se convierte en jefe de los dioses y Parvati lo acepta como hijo: la primera vez que lo ve, fluye leche de sus pechos. Parvati quiere un hijo propio que la proteja de los intrusos. Crea a Ganesha frotándose el cuerpo al bañarse y lo aposta a la puerta de su habitación. Cuando Siva intenta entrar, Ganesha se lo impide y Siva le corta la cabeza. Parvati le pide que le devuelva la vida y Siva le pone la primera que encuentra, la de un elefante (abajo).

Al domesticar al ascético Siva, Parvati le inicia en la vida familiar. En los textos se mencionan numerosos detalles domésticos, como los juegos de su hijo Skanda con las calaveras que sirven de adorno a Siva o cuando el niño confunde la media luna del padre con un capullo de loto. Algunos mitos hablan de las riñas entre Siva y Parvati, una de las cuales empieza juguetonamente: Parvati se acerca a Siva por detrás y le tapa los ojos, pero con ello el mundo se sume en la oscuridad y Siva, furioso, se abre un tercer ojo en la frente. A veces pelean jugando a los dados, o Siva se burla de Parvati pot su piel oscura y ella hace penitencia para obtener una piel dorada (según algunas versiones, Kali adquiere su piel). En los mitos bengalíes, Siva aparece como aficionado al cannabis y Parvati como esposa gruñona pero resignada.