SACRIFICIO DEL CABALLO

El más elaborado de todos los rituales védicos era el Sacrificio del Caballo. Pasaba un año entre la selección del semental y su eventual muerte. El sacrificio solía ser ordenado por un rey. Tanto el semental como el rey tenían que permanecer célibes durante ese año, tiempo en que el caballo podía vagar libremente, escoltado por los hombres del rey.

Si el semental cruzaba la frontera de un reino vecino, el gobernante de ese reino tenía la opción de entrar en guerra o aceptar someterse a su vecino. En el día señalado, el semental era conducido a la ciudad y se le obsequiaba una yegua. El momento en el que el caballo relinchaba de júbilo era el instante en el que era abatido.

Los caballos eran símbolo del poder ario, pues tiraban de los carros en los que invadieron la India.