MUJERES EN TRANCE

El papel de la mujer en las festividades religiosos va desde la preparación de la comida hasta la representación del puja.

Ammán, la diosa madre de la India rural del sur muestra muchos de los rasgos típicos de las diosas madres de toda India. Como tal, personifica los papeles aparentemente contradictorios de la que da la vida y la que la toma. Como «madre», es protectora y benéfica, aunque los aldeanos temen su ira y su sed de sangre. Deidades como el heroico Ayyappan representan la aldea, el orden y la civilización; Ammán, sin embargo, simboliza la selva, el caos, el peligro y el mundo primitivo de la violencia y el sacrificio.

Los templos de Ammán no tienen escalones, muros o santuarios interiores; suelen encontrarse en las afueras de las aldeas, bajo un árbol banyan sagrado o en un claro de la espesura. Mientras que las deidades de la aldea suelen representarse en forma humana, a Animan se la suele simbolizar con una simple piedra con forma de montículo o pequeño menhir. A sus lados hay imágenes de antiguos dioses serpientes. Suelen atarse cintas y pequeños anillos negros a las ramas de algún árbol cercano que le dé sombra.

Contrariamente a los fieles, principalmente masculinos, de los dioses de los pueblos, los devotos de Ammán son sobre todo mujeres. El culto de los dioses masculinos de la aldea se caracteriza por reglas y estructuras, mientras que a Ammán se la venera mediante el trance extático, el abandono y el sacrificio. En días muy favorables, como el viernes después de una luna llena, sus devotos le ofrecen sangre de pollo: más a menudo, se le dejan ofrendas de marihuana y betel (nuez de areca).

En días de fiestas de la aldea, las mujeres son las que toman marihuana, alcohol y betel para entrar más fácilmente en éxtasis. Un testigo ocular da una vivida descripción del ritual de posesión: «Entonces las mujeres se reunieron alrededor de la imagen de Ammán... Los tambores del templo empezaron a tocar a un ritmo que se iba acelerando gradualmente y, tras llevar a cabo rituales de purificación preparatorios, un pujari rompió un coco sobre la piedra.

«Esto marcó el comienzo del ritual; las mujeres se pusieron a bailar tambaleantes al ritmo de los tambores. En seguida una se encontró "poseída por Ammán" y bailaba como en una nube. Algunas de las allí reunidas tocaban el suelo que ella acababa de pisar para absorber parte del poder de la diosa. Otras la siguieron, girando y tropezando, creyéndose poseídas, hasta que un redoble final de los tambores puso fin a la danza. Las mujeres se quedaron en silencio y el pujari les echó agua por encima con las manos.»