KRISNA, EL ADORABLE

El octavo avatar de Visnú

Krisna, el ladrón de mantequilla

La travesura favorita de Krisna en la infancia consistía en robar mantequilla. La cogía a puñados del tarro, la restregaba por todas partes y regalaba pellas a sus compañeros los monos, gateando por el suelo. Ya un poco mayor, se la quitaba a sus vecinos, subido a los hombros de un amigos o valiéndose de un palo para tirar los tarros que no le quedaban al alcance de la mano. Tras una de estas trastadas las otras gopis se quejaron a su madrastra., Yasoda, que le ató a un mortero. Años después, un día que las gopis llevaban mantequilla, leche y requesón al mercado, Krisna y unos jóvenes les salieron al paso y les exigieron un «regalo» para dejarlas continuar. El detalle que muestra a Krisna robando mantequilla a Yasoda está basado en un dibujo jainista.

Krisna aparece en el Mahabharata como compañero de los héroes, pero constituye el personaje central del complemento de este texto, el Harivamsha. Su historia se cuenta en el Vishnu Purana (del que se ha extraído el siguiente resumen) y en el Bhagavata Purana. Existía la profecía de que el octavo hijo de Devaki mataría al rey Kamsa, y el rey la encarcela, pero su marido consigue sacar al niño de la prisión y lo cambia por el hijo recién nacido de Nanda y Yashoda, que crían al niño adoptado entre los vaqueros de Brindaban. Al caer en la cuenta del engaño, Kamsa decreta una matanza, al estilo de Herodes, de todos los varones. Desde el momento de su nacimiento, Krisna demuestra habilidades portentosas: le quita la vida mamando a la diablesa Putaña, arranca de cuajo dos árboles con el mortero al que le he sujetado Yashoda y mata a la serpiente Kaliya, todo ello junto a su hermanastro Bala-rama. Insta a su padrastro a que deje de adorar a Indra y, cuando Indra contraataca con un diluvio, Krisna alza la montaña local, del monte Govatdhana, a modo de paraguas sobre los vaqueros y su ganado, tras lo cual Indra reconoce a Krisna como señor de las vacas. Krisna y Balarama juguetean con las jóvenes de la tribu (las gopi), que invariablemente se enamoran de Krisna.

Krisna mata al toro-demonio Arishta, al caballo-demonio Keshin y al campeón de lucha de Kamsa antes de liquidar al malvado rey. Derrota en repetidas ocasiones a otro malvado monarca, el de Magadha, Jarasandha, suegro de Kam-sa, y conduce a los Yadava, los miembros de su clan, desde Mathura hasta la nueva ciudad de Dvaraka. Se lleva como esposa a Rukmini y se casa con muchas otras mujeres. Rukmini da a luz a Pradyumna, quien a su vez tiene un hijo, Anirudha. El demonio Baña captura a Anirudha, que ama a la hija de aquél, y Krisna rescata a su nieto: la consiguiente batalla es tan espantosa que parece inminente la disolución del mundo, pero Siva, aliado de Baña, reconoce a Krisna como dios supremo, idéntico a él, ante lo cual Krisna perdona a Baña y libera a su nieto. Como siguiendo los pasos del abuelo, otro nieto de Krisna, Samba, se lleva a la hija de Duryodhana y es capturado por el padre y liberado por Balarama.

Unos chicos Yadava visten de mujer a Samba y le preguntan a unos sabios cómo será el hijo que tendrá. Ofendidos ante semejante conducta, los sabios lanzan una maldición sobre «ella»: que dará a luz una mano de mortero que destruirá a los Yadava. Reducen la mano de mortero a polvo y lo arrojan al mar, pero el polvo se convierte en cañas de las que se desprende un trocito puntiagudo que se traga un pez al que coge un cazador. Pasa el tiempo y un buen día, los Yadava, Krisna y Balarama se emborrachan, acaban peleándose, recogen las cañas y se matan los unos a los otros. Balarama se sienta bajo un árbol para morir, mientras Krisna, también sentado, se sume en sus propias reflexiones. Se aproxima el cazador que había encontrado el trocito puntiagudo de caña y que había fijado a la punta de una flecha y la dispara, alcanzando a Krisna en la planta de un pie (su único punto vulnerable) al confundirlo con un ciervo. Krisna muere y recupera su naturaleza divina.