KARMA JAINISTA

El aspecto mas destacado del karma jainista es que es percibido como una entidad material, como un polvillo sutil que empaña el alma y la ata al cuerpo. Son necesarias muchas vidas para librar al alma del polvo kármico. Para los jainistas, el alma (jiva) es una sustancia viviente contenida en todas las formas de vida: seres humanos, animales e incluso plantas. Originalmente pura y sabia, jiva se corrompe si es aprisionada por una sucesión de cuerpos, acumulando karmas. La no-alma (ojiva) define a la sustancia inanimada, ya sea material o no. Esta última incluye el tiempo y el espacio, dentro del cual el alma lucha para liberarse de la materia.

El fin último del individuo, que se consigue sólo por medio de muchas reencarnaciones, es la autorrealización y la liberación alma. Como el karma jainista es un resultado de las acciones negativas especialmente la violencia, ya sea de pensamiento, palabra u obra, es posible evita nuevas partículas de karma no haciendo esas acciones. El karma ya adquirido en vidas pasadas ha de ser eliminado por el proceso de nijara, sufriendo austeridades como el ayuno y la mortificación, y la estricta observancia de las Tres Joyas: la acción correcta, la fe correcta y la sabiduría correcta.

Aunque los primeros textos jainistas en que cualquier acto de violencia, sea involuntario, atrae al polvo kármico, el jainismo moderno considera que un acto es sólo kármicamente negativo si es «realizado sin cuidado» (pramada).

La vida de una persona jainista laica es vista como la preparación a una futura vida monástica con sus rigores ascéticos, a veces culminando en la demostración final del no-apego: sallekhana o hambre ritual, que se cree mejora el estado del alma en la vida siguiente. El alma renace continuamente hasta que se deje de adquirir nuevo karma y cualquier mancha kármica existente se haya limpiado. Entonces. el jainista consigue su meta final: la liberación (moksha) del alma pura.